El corazón de la Academia Náutica en Málaga Sail and Fun

El corazón de la Academia Náutica en Málaga Sail and Fun

  • Posted by Sail and Fun
  • On 5 junio, 2016
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La Academia náutica Sail and Fun se ha posicionado en Málaga como un centro de Formación Náutica líder, de calidad y con unos resultados sorprendentes donde poder obtener todas las titulaciones deportivas y prácticas oficiales existentes en España.

El corazón de esta Academia no es otro que FERNANDO CORREDOR, Jefe de estudios y profesor de todas las titulaciones. Desde un principio apostó por un proyecto joven, limpio, ambicioso y ordenado. Ha sabido imprimir su carácter y forma de hacer las cosas a cada curso y convocatoria, y ha sabido siempre ganarse el respeto y cariño de prácticamente todos nuestros alumnos.

Todos sus compañeros de Sail and Fun nos sentimos muy orgullosos de tenerle en nuestro equipo.

A continuación os dejo con un texto escrito por él mismo.

No había cumplido todavía los 19 años cuando entré por primera vez en un buque mercante, era un petrolero de la extinta CAMPSA, para hacer mis prácticas como alumno de puente. Corría el año 1.971. Pregunté a un señor que me salió al paso cuando llegué a la cubierta principal, después sabría que se trataba del marinero de guardia, «¿dónde está el Capitán?» Me informó que no estaba a bordo, a lo que yo insistí «¿y el teniente?»

Esa fue la primera lección que aprendí en mis prácticas. Para un chico de 18 años natural de Madrid y que había descubierto el mar tan solo 6 años antes, no estuvo mal la inauguración, sino fuese por las carcajadas que produjo mi segunda pregunta.

Los ojos abiertos de par en par y la boca, se fueron poniendo en su posición normal con el tiempo. Y con el transcurrir de éste, vinieron otros barcos. El segundo fue un pequeño barco de carga general, 2.000 T.M de P.M. (carga). Hacia la guardia con el Capitán, el tiempo que estuve en él, y al día de hoy todavía recuerdo lo muchísimo que me enseñó aquel profesional. En ese barco conseguí llegar a deshidratarme de las veces que vomitaba en la guardia, hasta no poder llegar a levantarme de la cama. Otros hubiesen tirado la toalla, de hecho sé que algún compañero de promoción en semejante situación lo hizo, pero yo no lo hice y conseguí aprender que los mareos los elijo yo y siempre en puerto.

Acabé mis prácticas en otro petrolero, pero esta vez más grande, era de CEPSA.

Segunda lección aprendida “Barco grande ande o no ande”.

Me desvirgué como oficial de la Marina Mercante en un barco mixto de carga general y porta contenedores muy nuevo y muy bueno, de la antigua Trasatlántica. Mi primera guardia como oficial encargado del buque y todo el personal de a bordo, todavía la puedo recordar hoy. Acabé las cuatro horas correspondientes exhausto, de la tensión producida por la responsabilidad puesta sobre mis hombros. No tenía todavía los 21 años. Rezaba porque no me tocara el paso del Estrecho de Gibraltar en mi guardia, pero nunca he sido muy devoto, es decir me tocó.

Solo el sentido de la responsabilidad y mi orgullo profesional me mantuvieron en pie. Cuando me retiré del puente, después de acabar mi guardia de noche, las piernas las tenía insensibles, de lo que tiritaron durante las cuatro horas, que duró aquella maravillosa y terrible experiencia.

Tercera lección aprendida: podía soportar el estrés y la responsabilidad que se suponía tenía ante mí.

Después vino otro y otro barco, el barco siguiente era un poco más grande que el anterior y así durante 21 años. Acabé mi carrera como marino mercante en un bulkcarrier de 305 mts de eslora y 150.000 T.M. de P.M. Corría el año 1.992.

Durante esos 21 años de mi vida he tenido, como es lógico pensar, todo tipo de experiencias y he conocido a todo tipo de personas. Pero ahora me quedo sobre todo con que he tenido la oportunidad, de estar con grandísimos profesionales de la mar, que me han enseñado a amar esta profesión tan dura y tan particular y de tan poco reconocimiento social en este mi país que es España.

La vida en un barco es única y particular, porque hay que aprender a compaginar en un mismo espacio la vida laboral o profesional, la vida social y la vida íntima o personal. No es una tarea nada fácil y no solo depende de uno mismo, lo que lo hace aún menos previsible.

Lo mismo que surge una empatía que se transforma con el tiempo en verdadera amistad, por el contrario y por las mismas razones imprevisibles, surgen o pueden surgir situaciones verdaderamente de una tensión inenarrable.

Cuarta lección aprendida después de 21 años embarcando y desembarcando.

Tienes que ser muy fuerte a nivel anímico y tener mucha seguridad en ti mismo para no ser devorado por las circunstancias difíciles que van a surgir sí o sí, y decir adiós y quizás hasta nunca a relaciones entrañables y difícilmente equiparables a otras, por lo genuinas.

La convivencia no se enseña en ninguna escuela ni universidad, se aprende a medida que se desarrolla la propia vida y os puedo asegurar que un barco es la mejor universidad para aprender a convivir.

Saludos.

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